Número 22
DIARIO DO AMERICANO
11 de maio de 2011
Editorial
Subjetivar e sintomatizar a própria loucura, reconhecer seus alcances e limites, é o que propõe Lizbeth Ahumada, ao interrogar e objetar a loucura do fantasma, que jamais deverá ser tomada como princípio do bem comum.
Sérgio de Castro discorre sobre a ação lacaniana no acolhimento das exceções, evidenciando que a substituição, em psicanálise, do homem enquanto categoria universal, pela queda do objeto a, instaura a passagem de um entendimento do estilo articulado ao universal, para uma perspectiva que remete ao singular.
Antônio Teixeira contrapõe a prática de avaliação quantitativa ao valor incalculável da suposição amorosa de saber sobre a qual se sustenta a experiência da psicanálise. Sua hipótese é que haveria uma contraposição entre a noção de medida e a apreensão subjetiva do amor.
Beatriz Garcia Moreno ressalta a vertente ética do tema do V ENAPOL, confrontando os discursos que, ao prometerem o bem para todos, diluem o Outro em um saber impessoal e aniquilam o sujeito.
Convidamos os colegas que tenham apresentado trabalhos sob a rubrica Preparatórias, a enviar seus textos para o Diário do Americano, como arquivo anexo para luciola.bhe@terra.com.br. O e-mail deverá ter como assunto PREPARATÓRIAS.
Boa leitura!
Lucíola Freitas de Macêdo
p/ Edição do Diário do Americano
PINGA-FOGO com Lizbeth Ahumada Y.
La locura de cada uno tiene una traducción cuando se dicta como enunciado: el fantasma. Así, la locura de cada uno y el fantasma de cada quien es una alianza que se establece a la hora de intentar una posible operatividad del enunciado. Varios ejemplos, quizá demasiados, en la historia pasada y reciente de nuestras sociedades dan cuenta de lo que ocurre cuando se hace una práctica de tal locura; es decir, cuando se intenta hacer de una locura excepcional, entre otras, el principio del bien común. Es en este sentido que se puede ver que un loco más un loco no son dos locos, un loco más otro loco definen un delirio “colectivo” a deux, a trois, a….
Subjetivar la propia locura es reconocer también sus alcances, sus límites; esto no es diferente a decir que es un deber sintomatizarla, al menos un deber psicoanalítico. Por eso, hay que resistirse a hacer de la propia locura, el principio de común medida; y eso no está dado por los cielos, al contrario, es una tendencia “natural”. Hay entonces que establecer la tensión entre la locura colectivizada, en la que estamos inmersos, y el pequeño rinconcito donde se resguarda ese poco de locura singular, que intenta aflorar con otros pero que también se resiste a hacer parte del conjunto. Es en esta medida en que hay una responsabilidad en juego, una locura responsable si se quiere, una vez que se reconoce como tal y para ello ha debido pasar por una separación de las garras del fantasma, no vestir más sus colores.
En nombre de la locura propia se puede ser un tirano, demostrar un estilo de vida, un modelo a seguir –tal vez la moda encuentra acá su alimento-, y es una vía que nos conduce a una vuelta de trompo, cuyo saldo es elevar lo particular a lo universal. Y aunque es un hecho –de estructura- que hay un resto inasimilable constitutivo de la singularidad, imposible de traducir en los términos del pretendido universal de salud mental, resulta conveniente resistirse a la corriente de su elogio, en la medida en que su traducción es fantasmática. Del tratamiento del arraigo y de la fijación, resulta una locura propicia para testimoniar, en el pase por ejemplo.
No hay que imponer la locura particularizada sobre el estándar, hay que resistirse a hacer de ello un imperativo del lazo con el otro. Si se quiere, es la consideración del síntoma positivizado que se aloja en ese lazo, lo que debe quedar en el límite de la incursión en el campo del Otro. De otra manera, es una batalla por el poder del síntoma sobre el otro, ser dócil a ese resguardo, es lo que pienso como correlato de un saber hacer.
En la esfera del acto, de los actos que acompañan la vida de un sujeto, se puede dimensionar algo de la relación de la locura con la estructura del acto como tal. No hay acto que no sea en sí mismo un poco loco, puesto que lo que lo define es el franqueamiento fantasmático que conlleva y no hay cruce de límites sin que se deje en ello algo del pellejo de la cordura, de lo establecido como escrito. Por eso, la dimensión del acto conlleva el poco de locura que causa su realización. En este sentido, algo que objeta al acto mismo, en nombre muchas veces de la sensatez y de la mesura, no es otra cosa que la cobardía cuando renegamos de la causa en juego y tal vez, en esa elección, es mejor el coraje del acto y no la inhibición de la cobardía.
Preparatórias – Belo Horizonte
Sérgio de Castro
... Dirá Lacan então que onde Buffon colocava o homem em seu aforismo: - o estilo é o próprio homem-, ele indicará o lugar da “queda do objeto”. Ou, ainda seguindo Lacan: “é o objeto que responde à pergunta sobre o estilo”...
... Ao apontar para o objeto e sua queda justo onde Buffon colocava o homem, será então menos para um ideal que inspiraria admiração e imitação... e mais para um tipo de singularidade afeita ao próprio de cada um e articulável, como veremos Lacan fazer posteriormente, ao que ele chamará de hescabelo (hessecabeau), neologismo que preserva o significante belo em sua constituição mas que remeterá a um campo semântico onde a beleza não será propriamente seu termo definidor, muito mais, enfim para as proximidades do real...
... Portanto substituir o homem, enquanto categoria universal, pela queda do objeto a, nos conduzirá a isso: passar de um entendimento do estilo como algo situado, ou articulável, aos mais variados ideais de beleza – sempre portanto de vocação universal - a um outro, que remeteria ao singular e, no horizonte, à concepção de sinthoma, como a veremos ser desenvolvida por Lacan anos depois...
* Texto apresentado na aula inaugural do Instituto de Psicanálise e Saúde Mental de Minas Gerais, no dia 14 de março de 2011 como atividade preparatória ao V ENAPOL.
Leia mais...
Preparatórias – Rio de Janeiro
Antônio Teixeira
No momento em que Paula Borsoi me convidou a vir falar no Rio sobre o tema da quantificação da vida, eu pensei em contrapor a prática de avaliação quantitativa do saber exposto ao que seria, no meu entender, o valor propriamente incalculável da suposição amorosa de saber sobre a qual se sustenta a experiência da psicanálise. Minha hipótese é que haveria uma contraposição entre a própria noção de medida e a apreensão subjetiva do amor, conforme havíamos discutido recentemente em congresso dedicado ao problema da mensuração da pesquisa no campo da psicanálise...
... Diríamos, ademais, que assim como para Hegel, há um erro em restringir a verdade ao puro resultado de uma investigação, como se o caminho investigativo fosse um elemento acessório a ser depurado daquilo que por seu meio se alcança, para a psicanálise, por sua vez, existe uma necessidade estrutural da colocação em ato do saber para se alcançar o fluxo dinâmico da verdade, cuja essência se perde quando lhe podamos o movimento: o movimento do dizer é uma dimensão inseparável do efeito de verdade do que pode ser dito...
... Por isso dizemos, a propósito do furor contemporâneo das escalas avaliativas, que sua expansão requer a extinção do amor: a metria germina no deserto da filia. Nossa hipótese é que sua emergência em contexto historicamente datado, distante do diálogo platônico, deve-se à ascensão propriamente moderna do capitalismo enquanto modo de organização política estruturalmente avesso à dimensão amorosa...
... Não é, decerto, meu propósito criticar o uso aberrante que esses manuais fazem das categorias clínicas. Mas do momento em que seus autores se permitem tratar o sintoma da tristeza como uma doença, na forma do assim chamado transtorno depressivo, eu vou revidar observando que tais classificações são, por sua vez, estruturalmente tristes ou depressivas... Se concebermos, então, a lassidão mental da tristeza como resultante dessa demissão da tensão lógica, temos motivos para considerar o que hoje se transmite nos manuais classificatórios de psiquiatria como uma doutrinação essencialmente triste...
...Pois é nesse ponto que se coloca a importância de se sustentar, contra as doutrinações tristes das práticas codificadas que hoje ganham espaço, nas universidades, a possibilidade de engendrar o amor transferencial pela psicanálise, através de um gaio ensinamento que restaure a bibliofilia no lugar da bibliometria...
Leia mais...
Preparatórias – NEL Bogotá
Beatriz García Moreno
... La ética del bien Decir como nombra Lacan en “Televisión” (1977) a la ética del psicoanálisis, implica la consagración a la búsqueda de la singularidad del ser hablante, y de esa manera se diferencia de los discursos que plantean el bien para todos en cualquiera de las formas que éste adopte, la búsqueda de la felicidad, el imperativo categórico, incluyendo la fórmula de la salud mental para todos...
... La ética del imperativo categórico que promueve el bien colectivo sobre cualquier interés particular que surge con la modernidad, Lacan la situó en relación con el discurso universitario regido por una razón desencarnada, sublimada, que descentra al amo, que diluye al Otro en un saber impersonal, que destina al sujeto al lugar de resto mientras promueve la fascinación y el goce en la tecnología, en la posibilidad de convertir todo en imagen, y en el hiperdesarrollo del capitalismo...
... El Otro actual se manifiesta a través de un saber impersonal al servicio de la producción; de un saber cuidado y controlado por comités diversos, por instituciones que definen políticas que ante la imposibilidad de controlar lo real que se filtra por cualquier fisura, se ponen al servicio del goce infinito del capital y su producción desaforada de objetos, del control de la locura de cada uno, aunque tenga que inventarse mundos de bienestar que incluyen salud para todos, promesas de un cuerpo sano y bello por siempre...
... La tendencia de la ciudad actual es a transformarse en ciudad de espejos, de imágenes que retornan en miles de objetos que devuelven el cuerpo fragmentado, idealizado, vaciado; pero también en ciudad de pantallas que controlan, que miran, que intentan atrapar la locura de cada uno y convertirla en imágenes que con su brillo suavizan lo que perturba, que se distancian y pierden su cualidad de amenazantes al quedar atrapadas en la pantalla de la televisión o de la cámara de video. Cada cual se encierra en la imagen que lo llena y en las imágenes que recibe de los demás diluidos, reducidos, aniquilados en su subjetividad...
Leia mais...
Diário do Americano – equipe
0 comentários:
Postar um comentário